lunes, 27 de noviembre de 2017

Enseñar filosofía en el siglo XXI

Enseñar filosofía en el siglo XXI
Una apología a la filosofía en la escuela secundaria
Para Ángela Calvo, enseñar filosofía  tiene que ver
con la pasión por las idea, pero también
por la pasión por el encuentro con el otro.
(Delgado, 2016, pág. 143)

Resumen: En este trabajo se presenta en tres partes; muestra una perspectiva de la filosofía, tanto como materia como forma de vida. La escritura y la lectura son claves para poder alcanzar las pretensiones de la filosofía. Para que a partir de estas competencias se pase a dudar, cuestionar, criticar y filosofar, para poder entender el sitio que le corresponde en el mundo, adquirir la conciencia de sí y la capacidad de ejercer lo que su razón designe. Se plantean tres preguntas que más que querer responder, son para tratar de poner en tensión la labor del maestro de filosofía para poder pensar y repensar cuál es la misión del maestro de filosofía en la escuela secundaria. Las aproximaciones a las posibles respuestas se da más como un abre bocas para reflexionar con más profundidad, la pertinencia de estas preguntas en pleno siglo XXI. Por ello se habla de lineamientos para los indicadores de logros como medio para la identidad nacional; se habla desde la experiencia lo que se da en el aula de filosofía (aunque no de modo general), y se finaliza con una propuesta pretensiosa de entender la filosofía como la esperanza del mundo, y, de cada estudiante.

Palabras clave: Conciencia, ejercer, lectura, escritura, dudar, filosofía.

            El siguiente texto esta cimentado sobre tres preguntas: 1. ¿De qué tratan los lineamientos de la enseñanza, según el Ministerio de Educación Nacional (MEN)? 2. ¿Cuál es la realidad (desde una experiencia particular y no un hecho general) de la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria? Y 3. ¿Cuál es la (el deber) finalidad o finalidades de la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria?
Trataré, en la medida de lo posible, aproximar a la respuesta o dar ciertas luces para poder, más que responder a estas tres preguntas, -que debería responder todo maestro de filosofía- a problematizar, poner en tención y repensar así la profesión, la práctica y el arte del maestro de filosofía en la escuela secundaria.
1. Para empezar a analizar, en el sentido de descomponer, la primera pregunta: ¿De qué tratan los lineamientos de la enseñanza, según el MEN? Nos apoyaremos en lo que manifiesta MEN en sentido de Indicadores de logros, para poner sobre el papel, lo que se supone, que versa la enseñanza, por ello se hacen necesarios los lineamientos para las acciones o prácticas pedagógicas que busquen y den ciertos resultados, pensados y exigidos desde el MEN, es decir, “los lineamientos pedagógicos y curriculares que el país necesita y el Ministerio de Educación debe ofrecer” (MEN, pág. 1), son los que nos ayudarán a poner en tensión la realidad de la escuela y en espacial la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria.
            Se parte entonces de una visión global de lo que debe ser y hacer la educación en sí misma, a saber:

Una visión nueva de la educación capaz de hacer realidad las posibilidades intelectuales, espirituales, afectivas, éticas y estéticas de los colombianos, que garantice el progreso de su condición humana, que promueva un nuevo tipo de hombre consciente y capaz de ejercer el derecho al desarrollo justo y equitativo, que interactúe en convivencia con sus semejantes y con el mundo y que participe activamente en la preservación de los recursos. (MEN, pág. 2)


            La conciencia es pues el elemento, la facultad, por el cual la filosofía aun es necesaria, pertinente y relevante. Necesaria para hacer presente la conciencia, pertinente porque sin conciencia no hay humanidad, y relevante porque gracias a ella, la filosofía, la conciencia se auto-critica para auto-constituirse. Además del elemento, la facultad de ejercer, puesto que la conciencia lleva a las acciones, la autonomía del pensamiento lleva, por tanto, a ejercer la libertad.
            Los lineamientos son, pues, las bases para la construcción de currículos de filosofía, pues, estos, “constituyen puntos de apoyo y de orientación general frente al postulado de […] entender el currículo como un conjunto de criterios, planes de estudio, programas, metodologías y procesos que contribuyen a la formación integral” (MEN, pág. 2), se hace así indispensable, un mínimo de congruencia curricular para las instituciones, que guíen los procesos de enseñanza, o más que procesos sus contenidos, pues los procesos sí que dependerían netamente de la práctica pedagógica particular, de cada maestro de filosofía en la escuela secundaria, dentro de su aula. Como si se nos entregara un mapa pero cada uno decidiera el recorrido, y en ese recorrido (las clases, o más que las típicas clases, las sesiones de filosofía, los encuentros dialógicos) gestionar ambientes para “crear un vínculo de confianza y suscitar la curiosidad por la filosofía en los estudiantes” (Delgado, 2016, pág. 155).
            Estos lineamientos son a su vez cuestionables, criticables y modificables. Cuestionables, porque siempre deben estar en un constante análisis para que se permita la ratificación de su estructura. Criticable, porque si el cuestionamiento genera problemas irresueltos, se debe pasar a la crítica entendida como: los alcances y posibilidades del mismo, a partir de una evaluación o examen para buscar y mostrar las posibles soluciones, así, ampliar a la modificabilidad, para mejorar los estructura curricular de la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria, modificaciones que a su vez dependen de un contexto nacional (como lineamientos del MEN) y un contexto institucional (como sus objetivos más particulares).
            Es importante dar claridad a “los procesos educativos [que] son afectados por lo que sucede en el país” (MEN, pág. 5), puesto que, el contexto no es ajeno a lo que sucede en la escuela, ni la escuela es ajena a lo que sucede en el contexto. Así, los “cambios nacionales en función de un proyecto de país determinado por la Constitución Política” (MEN, pág. 5), que busque los caminos y los medios para alcanzar la acciones y actitudes para la paz, y por consiguiente, una plena armonía social.
La “búsqueda de respuestas a los desafíos de la Modernidad, la ciencia, la tecnología y las demandas del desarrollo humano integral” (MEN, pág. 5), que no se contente con aprender y comprender lo que sucede en el mundo, sino que, a su vez genere progreso en los ámbitos mencionados; ya que, en la “atención a la necesidad de mejorar la calidad de vida, de conseguir mayor justicia y equidad y de hacer posible la participación ciudadana y la convivencia pacífica” (MEN, pág. 5), se enfocan todos las fuerzas pedagógicas, que a su vez buscan mantener los “esfuerzos por mejorar la economía nacional y hacerla competitiva internacionalmente” (MEN, pág. 5), entonces así la escuela y la enseñanza de la filosofía no sólo se debe preocupar por enseñar a partir de los lineamientos, sino, de la realidad misma (MEN, pág. 5) para “despertar un espíritu democrático, de participación y de solución civilizada de los conflictos a pesar de muchas dificultades” (MEN, pág. 5).
No se erradicará el conflicto con la enseñanza de la filosofía en la educación secundaria, pero sí que se mejorará la forma y calidad en que se reflexiona la prevención y solución de los mismos, tendiendo a una “valoración creciente de la diversidad étnica, cultural y ecológica como patrimonio y fuentes de riqueza” (MEN, pág. 5), para que reconozcamos la necesidad de realizar nuevas prácticas sociales y culturales a partir de la adquisición de conciencia frente al papel que tenemos en el mundo y la necesidad de ejercer la libertad en pro del mismo.
            Este concepto de contexto o de contextualización es innegablemente importante luego, permite clasificar ámbitos, en este caso de la educación, en los siguientes: sociopolítico y económico, educativo y lo cultural, gestión pedagógica de la institución, curricular, evaluativo, con ello buscando siempre que,

La decisión de introducir los indicadores como un nuevo instrumento en la cultura escolar debe ir acompañada de medidas tendientes a facilitar todos los medios y condiciones necesarios para que haya una gran claridad sobre lo que se hace y se busca. Se requiere, por ejemplo, amplia difusión y discusión de las propuestas, producción y distribución masiva de materiales de apoyo, todo dentro de una búsqueda permanente de mejores procedimientos pedagógicos. De lo contrario puede suceder que se consideren los indicadores como algo añadido y que en la práctica no haya cambios sino que se haga más de lo mismo que se venía haciendo en programación, desarrollo y evaluación. (MEN, pág. 9)

Un indicador es algo que señala y puede mostrar lo que se ha logrado, el logro así es como el punto dónde llegar, y este entendido como Mandato Constitucional, que es en ultimas la identidad, es decir, “los logros e indicadores de logros nacionales tienen como base un propósito claro de búsqueda de identidad cultural nacional (MEN, pág. 12); y en este caso se hablaría de la multitud de formas que existe respecto de la identidad nacional. Además que “la identidad cultural y educativa se forma por los procesos sociales” (MEN, pág. 12), por ello mismo la necesidad de ir modificando nuestras propias identidades nacionales de violencia y guerra hacia la paz y armonía. Ello a partir de “tomar conciencia de que como país poseemos una [varias] identidad[es] que puede[n] ser mantenida[s], modificada[s] o cambiada[s] a través de procesos sociales” (MEN, pág. 12).  
Por ello la importancia de la reflexión filosófica que permita prever las necesidades, las crisis, las debilidades y poder ejercer a tiempo las precauciones o reparaciones pertinentes para mantener una sociedad en igualdad de progreso (entendida aquí como mantener un mínimo de condiciones para la prosperidad social –aunque puede ser más profunda la cuestión, se abarcaría en otro trabajo-), sin olvidar que “los procesos educativos son parte de esos procesos sociales” (MEN, pág. 12), y que por ello el maestro de filosofía puede ejercer, desde las sesiones, dentro de sus aulas, las prácticas sociales que busquen la igualdad de progreso.
Estos indicadores permiten pues planificar un currículo que permita los caminos pertinentes para cada institución, para  alcanzar los logros propuestos por la nación; se busca, entre otras cosas, el desarrollo humano (pero decimos que para ello primero debe haber una igualdad de progreso). La escuela no es el único espacio donde el estudiante es humano, o aprende a ser una persona con valores humanos, pues la humanidad es una práctica de valores frente el otro ser humano. La humanidad no es sólo papel de la escuela, pero sí que debe ser quien piense la humanidad como problema y la educación como solución; desde la casa nos hacen seres humanos al imbuirnos de valores y principios, que se ponen en juego dentro de la escuela y en la calle, después la escuela los valida o los modifica para su inserción, encajamiento y articulación socio-cultural.
Lo que es de señalar como relevante dentro de los lineamientos es que permiten pensar a la humanidad como una finalidad (como quería Kant), ya que, propone entre otras cosas principios y fundamentos para analizar a la persona como un ser incorporado, es decir dentro de un sistema social determinado, natural. Que nos lleva a entender al ser humano como un ser singular, no universal, abierto al mundo, a los demás, adquiriendo siempre un grado de responsabilidad; es además un ser activo, creativo, lúdico y por ello la dificultad de poder ejercer un convencimiento final sobre lo que es el ser humano, así, la finalidad de toda la humanidad. Lo que sí es claro es que dicha finalidad debe siempre tender hacia la igualdad de progreso, o según el MEN hacia el desarrollo humano.
Una de las dimensiones humanas es la cognitiva; y, por pensar desde la filosofía es indispensable detenernos, reflexionar, sobre cómo el ser humano conoce, más que centrarse en las múltiples teorías, debe centrarse en las múltiples formas de generar cognición. Por ejemplo: “si conociéramos más acerca de la interacción de las mentes en la escuela, seríamos más cuidadosos a la hora de enseñar” (MEN, pág. 31). Los maestros olvidamos el mundo cuando estamos en el aula, creemos que todos aprenden tal cual lo que decimos.
Todas las dimensiones humanas van caminando juntas, la dimensión corporal es indispensable para adquirir conocimientos, es decir, algo así como, sin cerebro no conozco; la dimensión cognoscitiva va de la mano de la dimensión del lenguaje y su significación. Los procesos del pensamiento son a su vez procesos del lenguaje, por esto la filosofía es fundamental, para poder clarificar las polivalencias de los múltiples conceptos, con los que se explica y se trata de comprender el mundo. Ello desemboca en la dimensión comunicativa y esta en la dimensión ética. La filosofía está más vigente que nunca pues es ella la que permite la conciencia y el ejercer de dichas dimensiones, por parte del ser humano en pro de su desarrollo, como ser humano; siempre dentro de mantener las condiciones de igualdad de progreso. Entonces el sentido de la educación es que “el hombre se ubique [sitúe] para proponerse una acción intencional racional sobre el mundo, es decir, para proponerse unas finalidades, a la luz de las cuales orienta, reorienta y evalúa permanentemente su actividad y se hace responsable de sus actos” (MEN, pág. 41). Y, por esto mismo anda, propende y existe la filosofía, entre otras cosas.
No podemos dejar de mencionar la dimensión estética que es tan fundamental en el ser humano, desde que es ser humano, y desde que ha empezado a pensar el mundo y su existencia en él; la filosofía con su rigurosidad conceptual ayuda a estructurar, si se me permite el termino, o comprender, o componer, las experiencias estéticas sobre el mundo, es decir, las “experiencias con sentido, porque la percepción sensible del mundo modifica permanentemente la concepción que tenemos de él, dinamiza el pensamiento creativo y motiva a la acción selectiva sobre la vida misma” (MEN, pág. 51); por eso mismo, no se puede separar la filosofía de la experiencia estética, puesto que, es la filosofía la que permite pensar y dar existencia, consistencia a la experiencia estética que constituye, da sentido de mundo. Es pues la dimensión estética la que de una u otra manera pone a valer los demás dimensiones pues es con la dimensión estética con la que también nos hacemos en el mundo en tanto que nos percibamos como una experiencia particular, por qué no de uno u otra forma nos creemos, fundemos y creamos como obra de arte.
No se puede pensar en una educación sin un mínimo de lineamientos, es este trabajo se muestra o trata de mostrar, lo que de manera general se debe tener en cuenta a la hora de hacer educación dentro de las aulas, es necesario conocer, acceder a estas guías de acciones pedagógicas, para poder tender a alcanzar los logros señalados por la nación, sin perder la visión crítica de los mismos. La filosofía debe siempre repensar estos conceptos, revalorarlos y reformularlos para que la educación también progrese en igualdad de condiciones al contexto en el que se presenta, pues no se puede pensar en una escuela que enseñe un país del pasado en el presente, y que la nación piense en un futuro sin una escuela para el futuro.

2. Para tratar de aproximarnos a las posibles respuestas o soluciones de la segunda pregunta ¿Cuál es la realidad de la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria?, partiré de mostrar un hacer particular, mas, nunca universal, no todos los maestros de filosofía hacen lo mismo al tratar de enseñar filosofía o filosofar, este esbozo, es más a partir de experiencias propias como aprendiz, como docente de filosofía y como par de otros colegas.
La escuela, por su azar y devenir, sus tiempos y sus espacios, no permite que se visibilice con claridad, el proceso de enseñanza de la filosofía, ni el cómo se está desarrollando la educación desde los lineamientos curriculares. La escuela es un espacio de constante tensión entre muchas cosas a la vez, por ejemplo: los saberes extraescolares y los escolares, los valores de una sociedad y los principios de una escuela, los planes de estudio y las necesidades sociales, etc. Esto limita el radio o campo de acción e influencia pedagógica; y de reacción (aprendizaje), que se da en el estudiante.
Uno de los problemas de la escuela es por ejemplo que “la mayor dificultad para los maestros es que la cultura de la lectura y la escritura ha decaído tremendamente” (Delgado, 2016, pág. 159), ello impide que se pueda promover un pensamiento cuestionante, crítico y filosófico. Sin recursos se hace nada. Es decir con las palabras se piensa y si no adquiero lenguaje, minimizo así mi pensamiento y comprensión del mundo. Por ello la primera misión del maestro es leer, para ser ejemplo lector, y así, promover la práctica lectora.
Se pueden presentar a grandes rasgos dos formas o modos de llevar a cabo la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria: “una es motivarlos a la filosofía sin hacerlos leer filosofía. Entonces a través de una película o de la búsqueda de dilemas morales, de pensar en hechos políticos, se pretende suscitar pensamiento” (Delgado, 2016, pág. 160), se piensa en desarrollar las capacidades del pensamiento por medio de cuestiones diarias y así fomentar principios y valores universales. Promovemos el pensamiento crítico para analizar películas, para sintetizar en argumentos las acciones sociales, pero por los azares y el devenir de la escuela, el aula, el reloj, el timbre, se dificulta la interiorización, para la apropiación y práctica, en acciones concretas de la vida de cada estudiante.  Los maestros en estos casos, “se esfuerzan para que no se conviertan en el lugar del aburrimiento, se desdibuja la filosofía como disciplina” (Delgado, 2016, pág. 160), no se debe convertir en un cine club la clase de filosofía, ni en una sesión de debates de opiniones y perspectivas sin principios ni fundamentos racionales o sin principios.
No se puede perder la rigurosidad, la exigencia y la claridad del razonamiento lógico desde conceptos, “la filosofía es una disciplina que requiere ciertas disposiciones que es preciso aprender con cierto orden” (Delgado, 2016, pág. 160), algo así como dudar, para preguntar, y así criticar (analizar-sintetizar) para responder, explicar o comprender y dar significación y sentido, en el orden de lo viable.
Por el otro lado están los maestros que prefieren “seguir programas muy rígidos orientados a las preguntas y a las competencias que van a evaluarse en el Icfes” (Delgado, 2016, pág. 160), aplicando al píe de la letra de los lineamientos, queriendo alcanzar a toda costa los logros predispuestos, sin contar con el contacto docente-discente, llevando y llegando a la frialdad total de la filosofía, que es puro fuego vivo de pasión por el pensar; se torna una materia desconectada de la vida, puesto que “no hay un modelo para lograr que los jóvenes descubran la pasión de la curiosidad y se contagien de tal manera que puedan gozar la experiencia filosófica” (Delgado, 2016, pág. 160), la conciencia de sí mismo es lo que permite gozar la experiencia filosófica o estético-filosófica, pues sin ella la vida sería un pasar de canal en canal sin ejercer el observar, sin deleitar la sensación, incidir en la emoción y así poner a repensar el ser de sí mismo, del mundo y de su inevitable relación.
La enseñanza de filosofía en la escuela, es un resumen muy mínimo y básico de la historia del pensamiento filosófico, y en algunos casos del pensamiento del filósofo. Pues una cosa es enseñar un breve esquema sobre la filosofía de Platón, que tratar directamente el Laques de Platón, para extraer de allí mismo su filosofía. Lo que se hace en el aula es una línea de tiempo en la cual se va colocando, lo que el maestro considera es, lo que debería aprender un estudiante de secundaria, más no qué problemas actuales debería pensar de la mano de la filosofía.  Se enseña Sócrates pero no a pensar el problema del respeto a las leyes. Se enseña Platón pero no se enseña a pensar dialógicamente, se enseña Aristóteles pero no a pensar con silogismos, se enseña Edad Media pero no a pensar su relación con Dios, se enseña Renacimiento pero no a valorar al pensamiento clásico, se enseña Modernidad pero no a dudar ni a pensar por sí mismo,  se enseña irracionalismo pero no a pensar el mundo desde otra manera o sentir desde otras experiencias, como la estética, y a partir de ella reflexionar filosóficamente. Se enseña escuela de Frankfurt pero no a pensar la sociedad actual y sus necesidades. Aún la escuela tradicional es evidente en el aula de filosofía, por ello muchas veces su anquilosamiento.
Enseñamos definiciones de conceptos como virtud desde Sócrates, felicidad desde Platón, experiencia desde Aristóteles, atributos desde Santo Tomas, duda desde Descartes, entre otros tantos más, pero no enseñamos a usarlos en los discursos y argumentos diarios que permiten comprender el mundo, más que explicarle. Discursos que se convierten en constituyentes del ser sí mismo. Por ello la segunda misión del maestro es permitir que el estudiante aprenda a argumentarse, a decirse, a expresarse, a pensarse en voz alta, para entenderse y hacerse en pro de la relación inevitable con el mundo.
Como docentes de filosofía, exigimos coherencia en los argumentos pero pocas veces coherencia con los comportamientos (portar y vestir el uniforme de manera pulcra, por ejemplo). Enseñamos a pensar pero olvidamos el actuar. El maestro de filosofía no enseña solo conceptos, sino, queriendo o sin querer, enseña actitudes frente al mundo, no debería enseñar cosas para pensar sino los cómo pensar. Muestra la necesidad de hallarse en el mundo para responder según las condiciones particulares de cada uno.
Un problema más, es que aunque no cambie el contenido de la filosofía, el problema es que no cambie la forma de enseñar filosofía. Está bien que los lineamientos ministeriales permitan configurar una identidad general, pero está claro que el maestro de filosofía debe pensar desde lo universal, las cosas particulares de sus instituciones, de su enseñanza dentro del aula y de cómo enseña filosofía, si como historia, si como forma de ver el mundo, o como las dos. Una historia del pensamiento que me permite comprender desde mi propio pensar lo que es el mundo actual y así la actualidad de la filosofía misma.
            Las sesiones de filosofía se reducen a copiar un título, que muchas veces ni es llamativo, dice nada a la vida del estudiante, seguido de un objetivo en el mejor de los casos acompañado de un hilo conductor o pregunta guía. Viene la explicación del maestro, o la guía introductoria, una lectura corta, a veces directa del filósofo estudiado de la época, y después un esquema en el cuaderno, un mapa conceptual, unas preguntas, la tarea, el ejercicio o la evaluación, y ya. Pocas veces el vídeo, la imagen o la situación problema. Y muchas veces por las mismas condiciones de la institución.
            Pocas veces se usa la mayéutica en vivo y en directo, pocas veces se genera un espacio dialógico, y menos las mesas redondas o estrategias generales de aula. Muchas veces los mismos maestros de filosofía desconocemos los métodos de hacer la enseñanza de la filosofía. Y creemos que con dudar y cuestionar y que con decirle eso el estudiante ya estamos enseñando filosofía. Claro está que estas dos condiciones son fundamentales para el ejercicio de la filosofía pero no son el fin. En tanto que dudar y cuestionar se hacen con el fin de mejorar, o por lo menos llegar a comprender. Y si adquirimos una forma didáctica de hacer filosofía en el aula por ejemplo: sin cuadernos o textos; podemos cometer el error de pensar que es la panacea y la mesiánica solución a los problemas del mundo. Por consiguiente si somos filósofos debemos dudar de todo método y tratar de trascenderlo para responder a otras necesidades que se encuentran dentro de la misma aula pero fuera del modelo.
            Los recursos didácticos son pocas veces usados, por pensar que los elementos de esta índole dispersan la razón y se pierde la exigencia del pensar y razonar filosóficos. Está en la capacidad del maestro no perder la integridad y dignidad de la filosofía, su rigurosidad y finalidad. Pues no se propone una película para pasar el tiempo sino para pensar en el tiempo, y lo que se debe hacer con él, social, cultural y éticamente, mientras se vive.
            Las condiciones laborales, los ambientes, los compañeros, los estudiantes, las directivas, las ordenes, las fechas de notas, las fechas de entrega de informes, los problemas de convivencia, turno de vigilancia, muchas veces desgastan al maestro de filosofía. Pero es inevitable que debe formarse para esto y muchas cosas más, como por ejemplo: administrar o brindar orden dentro de un comedor, mientras los estudiantes almuerzan.
            La filosofía en la escuela secundaria se encuentra agonizando, tanto así que existen rumores de eliminarla de la educación secundaria. Es misión de los maestros de filosofía salvarla, darle el nivel con el que nació, que siempre ha debido tener, el de esperanza, pues en todas las crisis es la filosofía la que es llamada a pensar y a actuar para poder avanzar. Por más desgastada que pueda estar la onceava tesis marxiana contra Feuerbach es más válida hoy que nunca. Y esa transformación parte desde las sesiones de filosofía dentro del aula. Transformaciones de las que se tratarán en el siguiente apartado.
            3. ¿Cuál es la (el deber) finalidad o finalidades de la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria? Casi nada nos atañe en este último apartado, puesto que, si no existen los fines, ¿para qué los medios? Si la filosofía no tuviera fines, así sean, ideales [que de por sí los son], no puede, ni debe, seguir viviendo. No se habla, entonces, de fines teleológicos, ni trascendentales, sino, de prácticas por realizar en el presente. Los ideales parten de querer ser ya, puesto que, “hay que rescatar la idea de abrir espacios de conversación para pensar en lo que nos convoca a todos: el presente” (Delgado, 2016, pág. 163).
            La filosofía es para el siglo XXI, la esperanza del mundo. En tanto que es la encargada por naturaleza de aguijonear, como el tábano, al mismo mundo y al sujeto en sí mismo, es decir que “la filosofía debe abrir perspectivas” (Delgado, 2016, pág. 163), para poder buscar las brechas por donde ejercer las acciones, pensadas desde la conciencia para ser-en-el-mundo. El maestro de filosofía debe educar para que “nada de lo humano nos resulte ajeno” (Delgado, 2016, pág. 163). Su papel en la escuela no es cumplir un horario laboral, sino, gozar el cuestionar a los estudiantes para que valoren el aprender y lo que aprehenden.
            El maestro de filosofía desde el principio debe ser consciente de que “no puede pensar [la filosofía] que masivamente va a ser fascinante” (Delgado, 2016, pág. 164), lo que debe es no perder la esperanza, que todos por ser seres humanos tenemos una dignidad y una necesidad de ser en el mundo, así no sea desde de la filosofía. Es misión del maestro (tercera) ser como una especie de “espíritu que ha de impregnar toda la cultura escolar” (Delgado, 2016, pág. 165), es decir, el maestro debe poner en tención la cultura escolar, y así, trascender el aula de filosofía, para ejercer las trasformaciones necesarias, según el contexto de la escuela.
            El maestro de filosofía -todo maestro- tiene como tarea fundamental, “ayudar, dar a los demás, colaborar a que muchas personas vieran más, sintieran más, pensaran más; en fin, que fueran cada vez mejores seres humanos” (Ramírez, 2016, pág. 173), la filosofía debe repensar a la humanidad en constante cambio, por ello la filosofía debe ir cambiando, pero sin perder su ser mismo, es decir debe ser flexible para abrir perspectivas, pero rigurosa para razonarlas. Debe enseñar que se puede pensar de muchas maneras pero que una sola corresponde a hacer filosofía, “los profesores tenemos y debemos estar mucho más comprometidos con el diálogo de saberes y con el diálogo de las artes, y diría también con el diálogo entre saberes académicos y no académicos” (Ramírez, 2016, pág. 185). Debe ser quien pueda pensar, repensar y tensionar todos los ámbitos de la sociedad misma, puesto que para ella está más que enseñando, formando.
            Retomando un poco la importancia de la lectura y la escritura, se quiere hacer un énfasis profundo, debido a que sin la escritura no hubiéramos podido leer a los filósofos, y por ello no se puede pensar una lectura sin una escritura y una escritura sin una lectura, pues lo que leo alguna vez se escribió y lo que escribo se lee o leerá, pues, para ello se debe escribir, luego, “la lectura y la escritura son dos momentos inseparables del proceso de producción y circulación del conocimiento […]; no podemos hablar de una sin referirnos a la otra, así sea implícitamente” (Blandón. 2016, pág. 209), el filósofo sabe que no sólo se leen letras y no sólo se escribe con letras, entendida la escritura como una expresión, pues la pintura plasma sin letras, también expresa.
            Lo anterior es con el fin de hacer un llamado a fortalecer las capacidades, habilidades y destrezas para aprender, asimilar y pensar desde la filosofía. Se van dando ampliaciones en el pensamiento del estudiante. Y estas ampliaciones empiezan a funcionar de forma simultánea. Es decir, se empieza por leer y escribir, para empezar a tener de qué dudar, de esta duda se pasa a una pregunta, es decir, se amplia, se extiende, de la duda al cuestionamiento pero siguen funcionando en simultaneidad, en concomitancia. Ahora, del pensamiento cuestinante (responde a la pregunta ¿qué es?) se pasa al pensamiento crítico (responde al ¿cómo es?), este refiere a la necesidad de definir y caracterizar aquello por lo que se cuestiona. Así, se amplía del pensamiento cuestionante al pensamiento crítico, y, siguen siendo simultáneos. Posteriormente pasamos al pensamiento filosófico (responde a la pregunta ¿para qué?) que brinda el sentido. Ampliamos del pensamiento crítico al pensamiento filosófico y se presentan en simultaneidad. Es decir, no se ha perdido la duda, ni la pregunta, ni la crítica en el pensamiento filosófico, se presentan de manera simultánea, sincrónica, puesto que, en el recorrido también debo ir dudando para no dar todo por auténtico y nada por desoculto.
            Todo ello para poder saber qué hacemos en el mundo en este tiempo y en este espacio. La filosofía debe abrir las mil posibilidades de ser en ese mismo espacio y tiempo, pero sólo la razón y la pasión determinarán el ser, la conciencia y el ejercer. Que lo que se decida ser en el mundo se decida por sí mismo y sin olvidar al otro.
            Los maestros de filosofía debemos ser tercos, sordos, y a veces hasta mudos. Recordemos el mito de la caverna de Platón, somos filósofos que hemos salido de la caverna (pretensiosamente) y vuelto a ella por el deber moral, y a través de nuestra pedagogía tratamos de sacar de la caverna a los estudiantes de secundaria. El filósofo debe ser el que tensione las practicas pedagógicas con sus constantes preguntas y sus diferentes prácticas, debe romper la cotidianidad de la rutina y volver cotidianidad el romper lo rutinario. El filósofo debe alzar los hombros y sacarle la lengua a los lineamientos que estén por fuera del contexto de la escuela, aunque sin olvidar la identidad nacional y mundial, ya no se forma, hoy en el siglo XXI, el ciudadano para la polis sino al cosmopolita para el mundo. No se puede enseñar a valorar una sola cultura, sino, las culturas. La filosofía es amor primero y después sabiduría, es pasión por saber. Se vive en la pasión por la sabiduría, siempre ella evadida de los que la buscamos.
            No podemos lamentarnos de lo que es la filosofía en la escuela secundaria, sino proyectarnos, ya que, con la filosofía sí que se puede hacer humanidad. Es ella, la filosofía la esperanza de la humanidad. La humanidad no es la misma de hace 1.000 o 2.000 años, al igual que la filosofía. Por ello la filosofía debe tomar toda su experticia y pensar el presente para hacer, más fácil de paso, el futuro. Debemos pensar los mismos conceptos, ya que, ellos son los que van a su vez cambiando, para poder reinterpretar, repensar, y reflexionar la humanidad. Aunque no podamos cambiar el mundo desde el aula, sí que podemos por lo menos intentarlo.
            Debemos enseñar a leer, a escribir, a dudar, a pensar, a razonar, a filosofar, a expresarnos, a pensarnos y a sentirnos en el mundo, el maestro de filosofía está llamado a múltiples funciones y misiones, es el que piensa y anhela utopías y quimeras, para que lo efímero de la vida, sea para que tengamos sentido de estar situados en el mundo en un ya y un acá, ineludibles. Pero no por ello condenables, sino más bien proyectuales.
            Debemos enseñar a dudar, a repensar la duda, o preguntar y a reformular la pregunta, debemos enseñar conceptos y su origen en la historia, pero más que eso, debemos enseñar a darles valor, sentido, para que puedan ser reales en los razonamientos de cada estudiante, se debe enseñar a debatir, a argumentar, a expresar, pero por encima de ello a convivir, a respetar la leyes, a aprender a escuchar y hablar con el otro, a reflexionar lógicamente, a pensarse en relación con Dios mismo, a saber que puede decir no o por sí mismo, que asuma sus consecuencias de manera responsable. Que sea coherente con las necesidades y exigencias del mundo social, cultural, político, ético y estético. Que valore a su familia, que respete a su mayores, que busque la felicidad de sí mismo desde una perspectiva colectivista, que alimente su alma y su espíritu, que piense y crea que sus acciones pueden mantener la esperanza del valor y la dignidad de la vida. Que piense en ayudar al mundo, al prójimo, al vecino, que recuerde que somos pasajeros del mundo y que la vida es una abrir y cerrar de ojos, que es un baile muchas veces sin pareja, que es un ir y venir de suertes no buscadas, que se pierde también la esencia de la vida, pero que si se tiene esperanza, la filosofía sigue viva, pues reflexionar los actos es pensar filosóficamente siempre y cuando se busque la manera de remediar las injusticias y mantener el bien. 
            Los maestros de filosofía debemos ser conscientes siempre que no enseñamos una materia sino una forma de vida, de asumir el mundo, de romper los límites de lo real, de tener una actitud y un criterio autentico.
            La filosofía debe ser la más soñadora de todas las disciplinas, pues se propone lo que ninguna otra, abarcar la totalidad de lo real, ser lo absoluto de lo existente. Cosa que nunca se va a dar, pues lo total o absoluto no se puede totalizar o absolutizar, aunque sean siempre las pretensiones y el motor mismo de la filosofía.
            El reflexionar la vida, el indagar sobre los últimos sustentos del sin sustento de la existencia. Encontrar la nada misma y convertirla en la catapulta para des-ocultar lo oculto del ser y encontrar el ser en sí mismo para poder ejercer el ser sí mismos, a partir de la conciencia de sí, en sí y para sí.
            Enseñar filosofía debe ser pues un gusto, un privilegio, un placer, una honra, pues todos desean saber pero pocos enseñar, y más aún la filosofía misma, de una mano de la historia del pensamiento y de la otra mano del pensamiento sobre el presente y lo posible, desde el aula misma de la secundaria de una escuela cualquiera con pretensiones gigantescas, es así el aula el centro de comando para la trasformación de ser en el mundo y del mundo.
            A defender la filosofía con la misma filosofía, ella se basta a sí misma, y es sustento de sí, requiere sólo mirar por dentro y encontrar la fisura, el resquicio, la grieta por donde, se puede escapar hasta de sí misma, pero nunca fuera de sí misma, para repensarse de otra manera, por ejemplo, lo poesía me permite decir lo impensado desde la filosofía, y por ello ponerla a pensar y repensar lo mismo, pero de diferente modo, y así, desocultor lo oculto que antes no pensaba evidente. Debe pensarse la filosofía a sí misma, sin sustento, para ratificar su ser ontológico, lógico y real; para revalidar su esencia y trascendencia, así como su necesidad como forma de pensamiento, y, como forma de vida.
La realidad humana (que) recibe originariamente su lugar en medio de las cosas; la realidad humana es aquello por lo cual algo así como un sitio viene a las cosas. Sin realidad humana, no habría espacio ni sitio; y, sin embargo, esta realidad humana por la cual el emplazamiento viene a las cosas, recibe su sitio entre las cosas sin que eso esté en su mano en modo alguno […] mostrará la relación exacta entre libertad y facticidad.
(Jean-Paul Sartre, El ser y la nada, págs. 515-516)
           





Apología a la filosofía en la escuela secundaria

Apología a la filosofía en la escuela secundaria
Sin filosofía no hay educación
Felicidad no es hacer lo que uno quiere
sino querer lo que uno hace.
(Jean Paul Sartre)

El presente texto pretende, en la medida de lo viable, narrar dos momentos, primero: la necesidad de pensar la filosofía en la escuela, educación media; y como segundo momento presentar una síntesis de lo aprehendido durante las diferentes sesiones. Para finalizar con una breve consideración respecto de la filosofía en la escuela pública.
Pensar la filosofía en la escuela es un problema para una monografía, lo que se quiere señalar en este escrito, es la necesidad de la filosofía entendida como materia, asignatura o área, dentro de la escuela pública. Pues, para qué pensar en metodologías, formas, modos, maneras de enseñar filosofía, si no se piensa la filosofía en la escuela, ya sea historia de la filosofía, o el filosofar mismo, o en muchos casos la mezcla de los dos, es decir, de tratar de filosofar por medio de la problematización de las preguntas de la historia de la filosofía, o, las diferentes respuestas, a las mismas preguntas que configuran en sí mismo a la filosofía, en diferentes momentos de la historia y de la filosofía.
Es la escuela el espacio idóneo para mantener viva la filosofía, entendida como cuatro o seis horas a la semana para lo que se llama la media, es decir, entre décimo y once. Así tres horas a los sumo, para mantener al tábano vivo y perseguir la tan evasiva verdad del ser, de ser, de hacer, de decir, de pensar, de crear, de la sociedad, de  lo que se llama humanidad y las tantas otras cosas universales que busca el espíritu mismo de la filosofía.
En este momento no se quiere criticar si se hace una somera visita a los filósofos de las diferentes épocas de la historia, los que contribuyeron a su devenir, a partir de sus afirmaciones, preguntas, acciones, en sí mismo, modos de vida. O si se hace sólo un ejercicio necesario de pensar el mundo desde las contribuciones de los filósofos sin medir sistemas o cronologías. Lo que se quiere señalar es que este es un espacio digno de la filosofía, y digno de hacerle, funcionar, por decirlo de algún modo, pensando en esas tres horas desde la filosofía, ora la historia, ora el presente, lo importante es mantener la diferencia entre pensar y filosofar, pues todas las asignaturas hacen pensar, pero sólo la filosofía, el filosofar.
Considero que de alguna manera, durante ese espacio de tiempo y de lugar, la consciencia de los estudiantes, toma una cierta medida sobre sí misma, una cierta distancia que no se mide con los convenciones de la ciencia, es decir en un momento para pensar de otra manera, para filosofar, para asombrarse de su ignorancia y lanzarse por su propio impulso a las aguas torrenciales de la filosofía, no como carrera en tanto que todos los estudiantes de once salgan a hacer carrera de filosofía, sino porque se piensen a sí mismos desde los conceptos de la filosofía -ya entendida como la búsqueda de lo absoluto- como aquello que en cierta medida guía la actividad. Y torrencial pues la filosofía aunque haga postulados de felicidad, es todo menos eso. Es la plena complicación de la vida misma desde sus raíces y esencias.  Busca la angustia constante para mover el ser.
Sin filosofía en la escuela, pierde todo sentido la educación como sistema escolar. Aunque la filosofía pueda pervivir como nació en una cierta plaza, con unas ciertas personas, que discutían de ciertos temas, que era de poco agrado para la gente de la doxa. Es en la escuela pública donde su fuego de duda y de crítica, que impulsan las nuevas ideas y los nuevos proyectos de vida, que contengan en sí mismo, a la sociedad, a las culturas, y a los diversos modos de vivir. Es en la escuela del siglo XXI donde la filosofía vive para ser expandida en las acciones de la vida cotidiana. Y de la vida cotidiana que de una u otra manera resiste que se le imponga ser, y que busca su ser mismo dentro del mundo, en un tiempo y en un espacio que le pertenecen de por sí.
Es claro que no se quieren formar filósofos, sino personas conscientes de su papel en el mundo, siendo, universitarios, trabajadores, personas del común, pero que saben que sus acciones determinan ciertas reacciones. Que el mundo de una u otra forma depende de dichas acciones. Una guerra es una guerra encarnada por hombres comunes y corrientes que disparan pistolas y fusiles individuales, con su dedo índice, el cual usamos como registro dactilar, principalmente, para la identificación de sujetos, individuos, seres diferenciados por su individualidad. Por ello son fundamentales, las tres horas de ejercicio filosófico, para poder, en el orden de lo posible, formar sujetos responsables de su ser mismo, entendido como toda la enteridad del ser humano, sus valores, principios, familia, contexto, experiencias, situaciones límites de cada ser humano vivo.
No se puede renunciar a las tres horas de filosofía, no se puede dejar de enseñar a filósofos de las distintas épocas de la filosofía, como ejemplos de irreverencia frente a la tradición, no se puede dejar de pensar filosóficamente la vida que se vive en el ya y en el acá, de cada quien, desde cada ese quien.
Es la filosofía el sentido mismo de la educación, la educación, nace del asombro mismo, pues cada maestro quiere asombrar a sus pupilos para fomentar en ellos asombro por sus propias ideas, miedos, acciones. La educación sin filosofía es una justicia ciega, muda y sorda, manca, coja, enferma, delirante, casi que muerta. La educación sin filosofía, se convertiría en la más alienante empresa de una civilización. De un poder económico por encima de las necesidades de una educación para la vida misma y vida entendida como la oportunidad de ser feliz, pleno, tranquilo, seguro de sí y de su pasado, así como de su futuro. Una educación con filosofía busca la libertad plena de una sociedad en armonía y serenidad, en una igualdad de progreso para los que se atreven a asumir las responsabilidades de ser consciente de sus actos y de las consecuencias de los mismos.
Así, defender la filosofía desde las aulas mismas. Defender la filosofía desde las calles mismas. Asumir la duda como un arma contra el sistema, la crítica como una defensa y el asombro como la búsqueda insaciable de sí mismo. Y ese sí mismo entendido a su vez como los otros seres que me configuran en tanto que me da la distancia para saberme reconocer en un espacio.
La escuela no es un micro Estado, es un micro poder para resistir las imposiciones sociales y económicas del Estado.
Ahora bien, claro que el dialogo sobre este tema queda abierto y el problemática, pues, no pretende ser nada más, sino, pensar de otra manera las tres horas de filosofía en la escuela, pasaremos al segundo momento.
Como segundo momento presentaremos diversas ideas adquiridas durante las diversas sesiones, las cuales han contribuido, de manera positiva, en el hacer mismo de la enseñanza de la filosofía dentro de la escuela pública.
Empezaré por decir que es justo saber distinguir qué hace la pedagogía y qué hace la filosofía. Pues la pedagogía es la reducción de una pregunta filosófica, es decir, la pedagogía se pregunta por la educación, pero se centra, por decirlo de algún modo, en la evolución de la educación, en los modelos de educación o modelos pedagógicos. La pedagogía no hace educación, se pregunta por ella y trata de reflexionarla, de conceptualizarla y en alguna medida categorizarla. Pero el maestro que enseña, y en cierta medida podríamos decirlo, hace lo que el pedagogo dice se debe hacer para poder enseñar mejor. El maestro mismo debe ser pedagogo de su hacer. Si el maestro no reflexiona su enseñar no puede saber si enseña. Y más aún el maestro de filosofía que no piense la educación como problema filosófico, como hacer diario, como medio para alcanzar cierta estabilidad social, como ejercicio de formación ciudadana, entre otras tantas. El maestro de filosofía es quien debe dudar hasta de sí mismo para poder ejemplificar el ejercicio mismo de la duda en sus aprendices.
Por otro lado claro que se debe tener en cuanto la historia de la filosofía sin perder de vista la luz del filosofar, pues hasta a la misma historia de la filosofía hay que ponerla entre signos de interrogación. No se puede separar el filosofar de la clase misma de filosofía. Es la clase de filosofía el espacio para reflexionar y pensar de manera filosófica los problemas presentados por la misma filosofía, que a su vez no cuestiona nada más allá de la vida misma. Es esencial enseñar desde los inicios de las clases a los estudiantes de filosofía que no miraremos la filosofía desde las gradas como turistas, sin o que estaremos en el ruedo toreando las incógnitas de la vida misma. Se preguntará por la política desde el ser político. Se preguntará por la otredad desde el saberse el otro para todos. No es la filosofía un método, es la que erradica los obstáculos para poder después crear caminos para pensar desde los conceptos mismos, como los rastros de la demolición.
El sin-sentido de la vida, lleva a la búsqueda del sentido de la vida, pero si no se pregunta por el sentido, no se podrá jamás vivir. La filosofía permite pensar el sentido desde el sin-sentido. Es como, sin el asombro no se llega o por lo menos se busca el saber. Entonces sin el sin-sentido no se halla el sentido. O por lo menos se da o se nos da -eso es otro problema para  otro trabajo- el sentido de las cosas. Para entender el sentido de la vida, de saberme dentro de las cosas y de otros seres que enmarcan de una u otra manera el rango de mis actividades personales y a su vez colectivas. Por ello la importancia de la hermenéutica, de la fenomenología, como formas de ser y de pensar filosóficamente para ejercer una cierta transformación de las cosas y hasta de los sujetos, de las circunstancias y de las situaciones propias. De enseñar el ejercicio libre del pensar, de lanzarse a los lugares ilímites del pensamiento respecto de que se es y que se hace en el mundo.
Otro de los temas relevantes es la importancia de la escritura. De poder plasmar en el lenguaje los pensamientos. De allí la tan importante comunicación o criterio mismo de la filosofía para ser y hacer filosofía, pues la escritura de la misma es la que nos ha permitido hacerla enseñable, de poder asumir desde las propias palabras de los filósofos y a su vez fomentar la escritura de los estudiantes, ya sea a partir de las ideas de los filósofos. Lo importante es que encadenen ideas, que posteriormente adquieran jerarquías dentro del discurso, y puedan llevar a una idea central o síntesis de lo pensado. Sin escritura no habría historia, y cabe decir, pretenciosamente que otra era la manera de pensar, y que por la escritura, se pudo trascender la barrera y así a otros modos de pensar.
Si no se enseña a escribir en la escuela es muy difícil que se actúe a plenitud en la vida del día a día. Escribir permite aprender de otra manera. En el simple hecho, por ejemplo, de copiar, ya se aprende algo, por lo menos a identificar físicamente las palabras, que de alguna manera le generan ciertos pensamientos. Y copiar o escribir sobre ética debe ejercer en cierta medida algo en cada estudiante. Claro está que eso precisamente es lo que nunca escribe. O lo que muchas veces nos queda muy difícil de escribir, debido a la vez a la falta de lenguaje, que se da  a la vez por la falta de lectura. Así no se puede separar la escritura de la lectura, ni la lectura de la escritura. Son las dos caras de una misma moneda, como si dijéramos dime qué y cómo escribes y te diré quién eres. O dime lo que lees y te diré quién eres.
Llegamos ahora a tratar la importancia de la estética dentro de la enseñanza de la filosofía, la estética es una forma de trascender la realidad, se puede decir que la trasfigura y la mal copia, y eso nos lo podría corroborar Platón, aunque él mismo salva cierta clase de por ejemplo poesías, para fomentar en los aprendices maneras de pensar. Es la estética una forma de filosofar, en tanto que pone la duda sobre el lienzo o el asombro sobre la escultura, o la crítica sobre un poema, o la síntesis en una canción. Me permitiré con el debido permiso de escribir un poema que me nació durante una de la sesión del día 02 de septiembre y que puede servir para repensar la filosofía misma -pretenciosamente-.
Existe una filosofía agonizante en las aulas de las escuelas,
ya no es un análisis de la historia del pensamiento
ni un desarrollo de la capacidad del pensamiento mismo,
hay que salvar la filosofía,
darle un nuevo aire desde el aula misma.
La filosofía debe ser un aguijonear el ser del estudiante,
no para que aprenda historia de la filosofía,
sino para que piense su ser mismo en el mundo,
la filosofía es la alétheia de sí,
si se elimina la filosofía en los colegios
se elimina la conciencia del discente
se elimina la existencia consiente de sí.
(Quinche)

Hay que vivificar a la filosofía, desde la filosofía misma, ella sólo debe salir de lo que ella misma predica, salir del letargo y asumir el despertar con todo y su frialdad, complejidad, e incongruencia, para buscar o mantener  viva la actitud de búsqueda, de aquello que no se nos ha perdido, pero de lo cual nos sentimos vacíos, algo así como un vacío de sí, la filosofía no quiere llenar nada, quiere desocupar todo. Para volver a colocar, y mejor si es en otra posición. Puesto que la filosofía busca la transformación de ser.
Por ultimo pero no el final, podemos mencionar la importancia de lo que llamamos métodos filosóficos, en este caso para la enseñanza de la filosofía, pues existen a su vez lo que llamamos métodos de investigación filosófica. Los métodos de enseñanza de la filosofía, tales como: el método socrático, la disertación, la lectura y comentario de textos, (videos, música, teatro, pintura etc.), la hermenéutica o la fenomenología (teniendo en cuenta la complejidad de cada una) son necesarios para poder llevar a cabo la labor no sólo de un maestro sino de un maestro en la asignatura de filosofía, en la cual debe existir la máxima rigurosidad pero a la vez la máxima amplitud de espacio para pensar.
No se puede hacer una enseñanza sin un cómo, aunque ese cómo no debe ser camisa de fuerza, sino, como una clase de mapa para hacer un cierto recorrido, pero durante el recorrido puedes hacer diferentes detenciones que no te señala el mapa. O ir a otros lugares.
Lo indispensable es saber la finalidad sin fin, del ejercicio mismo de enseñar filosofía, o más que eso, del objetivo mismo de aprender filosofía. El para qué de la filosofía en la escuela, no como una asignatura más sino como la que busca poner en duda a la escuela misma para valorar el aprender en sí.
Ahora bien, ya para concluir con las consideraciones especiales respecto de la filosofía en la escuela pública, aunque ya se ha dicho algo, respecto de este tema, quiero en este final hacer un breve énfasis un poco más crítico, frente a lo que debe ser la filosofía en el aula de la escuela pública.
Los filósofos de las escuelas públicas debemos asumir la responsabilidad de darle la dignidad, la cual ha venido perdiendo, poco a poco, con las nuevas políticas educativas y evaluativas, por ejemplo, ya no se evalúa en el Icfes filosofía, sino, una mezcla de cosas a las que les llaman lectura crítica y de la cual le quedan muy pocas preguntas netamente filosóficas. No hay derechos básicos de aprendizaje (DBA) desde el ministerio de educación, como sí los hay para otras asignaturas, que llaman en algunos casos, básicas, como si el pensar no fuera básico y necesario aprenderlo. Es como aprender a montar en bicicleta necesitas que alguien te tenga, mientras aprendes a hacerlo por ti solo.
La filosofía debe rescatar no solo a la filosofía sino a la poesía, a la música, a la pintura, a la escultura, a la arquitectura, a la Historia, para repensar la humanidad que somos, que fuimos y que seremos. La poesía debe ayudar a pensar de manera irrestricta, la música debe hacernos pensar (sentir) sin lenguaje. La pintura debe hacernos ver la realidad, la escultura hacernos de otras contorciones, la arquitectura a nuevas formas de habitar y la Historia a nuevas formas de hacer. Para poder crear nuevas formas de ser en el mundo y con el mundo.
A pesar de que se muestre a la filosofía tan elemental, sabemos que, a pesar de que busque la totalidad, la universalidad, la absolutización del ser, entre más nos acercamos, más nos damos cuenta qué tan lejos estamos. La filosofía no se escribe con “f” de  felicidad, no busca ni quiere dinero, solo complejidad, error, fisura, escape, vaciar, oscuridad, rebeldía, sarcasmo, liricas de revolución, e imágenes de mentira que buscan justicia, bien y belleza.
Si ya estuviera acabada la filosofía, ella misma se habría enterrado. Pero aún vive en las preguntas de la vida que generan nuestros estudiantes, y que una afirmación, aseveración, aserción, puede generar un impacto en el que pregunta, y que por ello debemos ser maestro ante quien los aprendices puedan preguntar sin importar lo que se pregunta, en cierto modo, pues en la medida que se pregunta se van afinando las preguntas, puesto que, así como dice Fromm en su texto el miedo a la libertad, el acto mismo de vivir la vida, es su significado único, dado en la experiencia de la actividad, del momento mismo, el saberse quien pregunta por saberse quien vive. La vida por medio de la pregunta que abre la vida misma, para descubrir sus esencias más profundas y constitutivas.
Por ello y muchas cosas más debe la filosofía seguir mirando desde su lugar de madre del querer saber, de amar el buscar la verdad, sin importar si la encuentra o no, debe seguir siendo la que desde el asombro, la duda, la crítica y la comunicación mantenga en pie su ser mismo.





A propósito de…


La verdad es indecible
La mentira es el lenguaje
El saber un lujo
Y el pensar un embrujo

La verdad es increíble
La mentira la hopalanda del ser
El saber un artilugio
Y el pensar un acorde sin flujo

La verdad es evasiva
La mentira es evidente
El saber un tridente
Y el pensar nada estridente

La verdad es ausencia
La mentira apariencia
El saber un insipiente
Y el pensar casi delincuente
(Quinche, 04-11-17)









viernes, 17 de noviembre de 2017

Filosofía, literatura y filosofar

Filosofía, literatura y filosofar
¿Adónde vamos a ir ahora que lo sabemos?
Para qué sirve conocer la cura si tenemos que seguir
expuestos al contagio por los siglos de los siglos.
Qué más me da de dónde vengan nuestras sonrisas.
(Lorica, 1993.)

            El siguiente escrito quiere dar cuenta, en la medida de lo posible, de una manera breve, lo que propone Diego Pineda en su texto sobre Contenido filosófico y forma literaria. Para tomar unas bases y poder explicar la intrínseca reciprocidad entre poesía y filosofía.
            Es innegable que desde el nacimiento de la filosofía, la poesía, especialmente, ha tratado de ser modo de filosofar, en tanto, en palabras de Pineda, que “suscita” algo, un sentimiento, una emoción, un recuerdo, etc.; así, una posible reflexión profunda sobre el ser mismo, llegando pues al pensamiento filosófico, al ejercicio pleno de la práctica filosófica.
            El mismo Pineda hace un breve recorrido por la historia y muestra cómo la filosofía ha ido cambiando su forma de expresarse, en los orígenes de la filosofía, se usaba bastante la poesía, el teatro, los aforismos, para poder hacer pensar filosóficamente, para hacer filosofía. Después, por hechos históricos y extra filosóficos (como la aparición del cristianismo), generan modificaciones en la forma de hacerse la filosofía misma, pasa de dialógica a monológica, se enclaustra y se vuelve pesado, llena de conceptos que son fríos, lentos, y muchas veces polisémicos. Posteriormente, quiere retomar esas formas clásicas de hacer filosofía para liberarle de esa tediosidad.  Dice Pineda (2005), “La filosofía parece haber estado encarnada primero de aforismos, poesía, diálogo y drama.” (pág. 22)
Posteriormente filósofos del renacimiento, de la modernidad y del siglo XX hacen literatura (poesía) con el fin de generar reflexiones filosóficas, pues,

Muchos de ellos escribieron poemas (como Nietzsche o Lucrecio), diálogos (como Platón, Hume, Galileo, etc.) o recurrieron (como Nietzsche y Wittgenstein) al aforismo como forma de expresar su pensamiento. E incluso aquellos que escribieron bajo la forma de tratados teóricamente muy elaborados, como Kant, nunca dejaron de crear poderosas imágenes para hacer más vivaces sus pensamientos, como la del “nuevo día.” (Pineda, 2005, pág. 23)

            En especial Nietzsche y su poética filosofía o su filosofía poética, que suscitó, suscita y suscitará, sugestiones en el lector que le lleve a pensarse desde su propio drama, pues:

Algunos filósofos incluso han ido más lejos, hasta adoptar una forma literaria conocida como el vehículo más adecuado de su crítica filosófica. Así, por ejemplo, los ilustrados franceses, como Voltaire, Diderot y Rousseau, escribieron múltiples novelas como una forma de desarrollar su pensamiento filosófico. El Cándido de Voltaire por ejemplo, es a la vez un experimento literario y filosófico.  (Pineda, 2005, pág. 25)

            Podría decir muy pretensiosamente que la filosofía es otra forma de escribir, y que la literatura es otra forma de escribir, pero que el sentido filosófico sobre la literatura la da el lector. Es decir, dos personas pueden leer la misma obra literaria y no por ello los dos reflexionar filosóficamente a partir de la obra leída. “No pretendo afirmar, por supuesto, que el uso de textos literarios como medio de suscitar la reflexión filosófica sea siempre y en sí mismo deseable” (Pineda, 2005, pág. 27). O que genere siempre los mismos resultados o suscite la misma angustia. Pero no podemos negar que “el recurso a las formas literarias ha llegado a ser incluso, en los últimos años, un medio particularmente importante, tanto en la investigación como en la enseñanza de la filosofía” (Pineda, 2005, pág. 26); por eso, es reciproca la relación pues la literatura coadyuva a la filosofía, la filosofía coadyuva a la literatura. La literatura ayuda a pensar de otra manera, y la filosofía permite expresar de otra manera; pues, es de suprema importancia que “el narrador debe sugerir al lector sus propias perplejidades, generarle preguntas, sugerirle hipótesis, ayudarlo a ver distintas líneas de razonamiento e indagación” (Pineda, 2005, pág. 27).
            Entonces, podemos ver de manera clara, en la medida de lo posible, que la literatura y la filosofía usan en lenguaje para poder ser. Por ello debemos:

Subrayar las múltiples ventajas que, desde el punto de vista práctico, pueden ofrecer ciertos relatos para una auténtica pedagogía filosófica en la medida en que estos textos atraen al lector, suscitan su atención hacia sus propias emociones y actos mentales, lo comprometen intelectualmente y emocionalmente con las preguntas y modos de vida de los personajes, le permiten examinar con mayor cuidado sus argumentos y sobre todo le ayudan a articular distintos tipos de problemas filosóficos y a desarrollar habilidades integradoras. (Pineda, 2005, pág. 27)

            Un pequeño verso puede desestabilizar la conciencia más firme, por ejemplo: “<<…en lo divino creen únicamente aquellos que lo son>>” (Holderling, Fragmento del poema “Aplausos a los hombres”) así el ámbito de lo divino queda problematizado pues debería ser divino para poder entenderle. Por ello, se va “a través de un camino narrativo pero no pretende en ningún momento sustituir la lectura atenta, reflexiva y cuidadosa de los textos filosóficos”  (Pineda, 2005, pág. 27).
La filosofía busca expresarse en cientos de modos por medio de la literatura (poema, aforismo, alegoría, mito, fabula, cuento, proverbio, refrán, hasta en una retahíla), por ejemplo:

Una cosa me he encontrado
Cuatro veces la diré
Si su dueño no aparece
Con ella me quedaré.

Aquí en este escrito, en este preciso encuentro y momento se pretende hacer un llamado para hacer filosofía desde los diversos modos, como la poesía, pero inventándola a la vez, es decir sacando de sí para hacer filosofía, razonando y escribiendo, en verbo progresivo.
Permítaseme decir que los siguientes textos me han hecho reflexionar filosóficamente sobre la vida y todas las implicaciones epistemológicas, ontológicas y antropológicas, entre otras: Diario de una huida de Marlyn Harris (1982), Un mundo feliz de Aldous Huxley (2004), El Túnel de Sábato (), 1984 de Goerge Orwels (2016), El Castillo de Kafca (), Cóndores no entierran todos los días de Álvares Gardeazábal (1994),  El nacimiento de un hombre de Mejía Vallejo (), Héroes de Ray Lorica (1993), El loco (sf),  El profeta(sf), Jesús el hijo del hombre de Jalil Gibran (sf), La Náusea de Sartre () y hasta Mafalda().
Poemas como El sistema de Eduardo Galeano:
                       
Los funcionarios, no funcionan. Los políticos hablan, pero no dicen. Los votantes votan, pero no eligen. Los medios de información desinforman. Los centros de enseñanza, enseñan a ignorar. Los jueces, condenan a las víctimas. Los militares están en guerra contra sus compatriotas. Los policías no combaten los crímenes, porque están ocupados en cometerlos. Las bancarrotas se socializan, las ganancias se privatizan. Es más libre el dinero que la gente. La gente, está al servicio de las cosas.

La poesía nos permite pensar de forma irrestricta lo impensable. Puede y le está permitido que el maestro de filosofía generar los ambientes para pensar filosóficamente y pensar en filosofía, apoyarse en los discursos o narraciones literarias para impulsar el pensamiento filosófico, hacia la búsqueda del bien, la belleza y la justicia.



He de aprender a no seguir un método para aprender                         
Sino la conciencia de los sueños y las fortalezas del ser
Transcurren los días como sin más
Y ahí es cuando necesito, de mí, más
Momentos en blanco que derivan en palabras
Y palabras que terminaran siendo dichas
Perderán su sentido
Y se habrán perdido
Naufrago entre acciones que promueven esperanza
Sobrevivo entre sombras y lúgubres amenazas
Lo uno y lo otro en constante y dialéctico
Lo uno y lo otro fundamento de lo estético
Saberse que la realidad es en tanto que soy
Verdades objetivas que pervierten el hoy
Sensaciones que pasan sin pensar
De ruegos que se piensan sin pasar
Ilusiones que se desvanecen con el poder de la ciencia
Sueños que se vivifican con el leer de la inconciencia
Seremos no sólo la desobediencia y resistencia
Buscaremos la permanencia utópica de la existencia
Lo absurdo será la leña del fuego de la vida
El axioma será al agua para el calor de la ira
Movimientos de las experiencias que se intentan atrapar
Marcas indelebles como cicatriz por desamparar
Miedo fundamento de la victoria cuando se vence
La satisfacción no está en el saciar sino en el envejecer…                                                    (Quinche, 20-06-2017-19:26)








BIBLIOGRAFÍA
Galeano, E.
Lorica, R. 1993. Héroes. Plazas & Janés Editores, S.A.
Pineda, D. 2005. Revista DE NOVEDADES EDUCATIVAS N° 169 Buenos Aires pp. 21-29