sábado, 27 de mayo de 2017
UNA VERDAD MOLESTA...
UNA VERDAD MOLESTA…
Cuando se asume la vida propia no se asume a sí sólo
Considerome ignorante en muchas cosas de la vida y de mi profesión. Es más, creo como Sócrates no saber nada. Y como Platón tener el alma encarcelada en este cuerpo que no me permite reconocer la realidad, Y como Aristóteles al decir que todos deseamos saber por naturaleza, y que en dicho proceso vivo, aprendiendo.
No pretendo hacer señalamientos, juicios de valoración, o críticas entre las diversas formas de ver, sentir y hacer la pedagogía, la política y la vida misma. Al fin, uno no es, esto o lo otro. Es mucho más. Ni soy yo la persona con dicha capacidad para emitir aseveraciones.
Lo que sí siento dentro de mí ser, es angustia. Por muchas cosas.
Lo que nos cita aquí en este lugar y espacio es una política de Estado. Una directriz ministerial. Que no de por sí ya es mala y le debamos ignorar. No. Pienso que para poder criticar, (entendido aquí como crítica, alcances y posibilidades de…) mirar los alcances y posibilidades de las estadísticas, que en últimas tendrán que decir algo.
Ese decir algo es lo fundamental. Ellas no dicen nada de por sí. Dicen a partir de lo que queramos que digan. Claro que dentro de sus posibilidades lógicas. Tres aspectos que dicen ¿qué de quién? Pues toda la comunidad educativa es la responsable de dichos datos ya reales o no.
Lo que sí podemos hacer también, sin violentar nada, es pensar ello desde otra óptica. Preguntarnos ¿qué hice desde el “día e” del año pasado para…? -Yo quedo sin responder claramente la pregunta-.
Ahora todo esto debe hacernos pensar, no en, si estamos haciendo lo que debemos hacer, lo que está a nuestro alcance, lo que nos pide nuestro amor a la profesión de ser no solo profesores, sino formadores de la sociedad. Sino en porqué no tenemos mejores condiciones para poder ejercer de una mejor manera nuestra labor, no solo en sentido laboral sino también en el sentido de nuestra significación de la vida. Salud por ejemplo. Un sistema de salud que no se puede llamar sistema. Ni se puede llamar salud cuando la escriben con el signo pesos. Mis pocos casi dos años, pero gratificantes, aun no me permiten tener una visión clara o mejor de la verdad del maestro frente a sus condiciones, ya laborales, ya salariales, ya de prestaciones. Por ello es importante no tragar entero. Por eso yo mismo aún, siento angustia al saber que el paro es indefinido, pero como soñador desde mi juventud, he convertido a la revolución en sinónimo de vida. Y que de una u otra manera es el momento de mi vida para hacerla realidad y para hacer “la” realidad.
Todos, dentro de nuestras condiciones de vida tenemos nuestras propias angustias. Angustias diversas, pero, que nos unen en la condición de seres humanos, trabajadores, y servidores públicos. (Dijo un profesor en clase de la maestría “he pensado seriamente en volverme celador para que me paguen por leer 8 horas diarias”). Pero y el corazón, y la libertad, y el amor a hacer lo que queremos ser. Se podrá decir, ¡ah! la gran utopía del discurso cursi, clichudo y chicludo. Que en ultimas hace pensar en el recibo de la casa, en la cuenta por pagar, en la plata para… y no porque nosotros los docentes no necesitemos o tengamos mucha, o que por tener ideales o ideologías socialista y comunista no puedo pensar en tener mejores condiciones de vida. Mejores condiciones de vida que en ultimas no son para mí, son para los que vienen detrás, los hijos, los hermanos, los sobrinos, los nietos, y aún hoy para las madres, los padres y abuelos que nos han hecho con las uñas, lo que somos.
Son tiempos difíciles y se pondrán más difíciles, pero por ello es cuando más debemos saber, por qué nos debemos hacer más fuertes. Tener una lucha unida. Pues el llamado al paro no es porque yo tenga la verdad y la razón. Sino que si me siento acompañado la soledad no existirá y así la lucha será menos pesada, que las razones de la lucha sí se justifican. Respeto y admiro a cada uno de mis compañeros y compañeras, sé que las posturas diferentes y divergentes son lo que nos hace ser este equipo, esta alianza, este grupo, y estos cómplices de la labor formadora de la cultura que sostendrá el futuro no lejano. No hablo sólo como Jonathan Quinche sino como heredero del espíritu de esta escuela. Las discrepancias tienen que solidificar las relaciones.
Pido pues la luz a ustedes mis maestros y maestras para tomar las mejores decisiones en nombre de la institución. O en este caso de la jornada tarde a la que muy feliz me siento de pertenecer. Y por la cual quiero luchar para mantener. O sino, pues, será, en años, pero tendremos que separarnos, cosa que desde ya suena muy triste. Por lo menos para quien habla.
No es un discurso de filosofía, aunque lleva toda la filosofía posible, pues no pretende ser un simple discurso escrito para llenar una hora de trabajo, ya sindical, ya del día e, ya de los días que se puedan. Pretende llagar a los oídos receptivos de los y las maestras. No pretende ser poesía, aunque en últimas debe serlo, pues, no se dice a la razón ni por la razón. Se dice al corazón y desde el corazón. Entiendo que no ha todos y ni a todas llegará esta manifestación. Pero sé que ya está dicha igual. Sólo espero seamos Gran Yomasa. Que no me pertenece más a mí que a ustedes. Pero que de ustedes he aprendido a sentirla. No perdamos pues la sensibilidad humana que nos lleva a la realización de grandes cosas, como por ejemplo estar aquí, no perdamos los sueños de maestros, seamos fuertes, y luchemos por lo que nos es justo.
No pedimos la eliminación de las clases sociales ni que los medios de producción se nos sean entregados, lo que sí queremos es que se nos respete y valore la labor que no es fácil. Pero que sí, la hacemos con el corazón y hasta con las uñas. La educación no debe tener reparos, ni formalismos, debe ser espontanea e intempestiva, debe formar los sueños y catapultar la libertad. Queremos un salario digno, justo, real. Cómo así que los que formamos la sociedad desde sus raíces, y no es ni más ni menos, merecemos menos de lo que hacemos.
Entonces por qué no reaccionamos a las condiciones de nuestra labor. Por qué no todas las aulas tienen ya los medios tecnológicos y audiovisuales que se requieren en este tercer milenio, siglo XXI; aulas aun con textos del siglo XX. No pretendo culpar a las directivas, ni al señor Rector. Pues también son servidores públicos afectados por este cercenamiento del progreso de la escuela pública y de las condiciones salariales, que también sufren como nosotros los maestros y maestras. Y si fuera por ellos tendríamos las máximas condiciones posibles para un aula, para la institución y mejores condiciones humanas para los y las maestras. Culpo al Estado mismo. El espíritu devorador de los Estados prepara en últimas resultados (ISC) para justificar sus políticas que encaminan la labor del docente público a la extinción. -Hay que crear una lámina en el álbum jet para la nueva especie en vía de extinción, los maestros públicos-. Y no sólo a nivel nacional, miremos argentina.
Defendamos hoy nuestra estabilidad del mañana. Que no nos pregunten de viejos que nos hubiera gustado ser… sino que podamos narrar nuestras anécdotas, nuestras experiencias pedagógicas como grandes logros de las decisiones y de las condiciones para llevar a cabo esas decisiones. Que en últimas no las tomamos por nosotros sino por nuestros aprendices, por la sociedad y para el mundo.
Espero haber sido lo bastante molesto, haber recordado la condición humana perecedera, y espero haber generado una angustia en sus corazones, y no del qué será de nosotros… sino del qué será de nuestros aprendices. Espero haber hablado con martillo. La cuestión no es si salir o no al paro si creer o no creer en la A.D.E. Sino en, qué les enseño a mis aprendices con mis acciones. A que levanten el rostro y no se dejen pisotear. O que esperen la esperanza, como quien espera el metro.
Entiendo igual que desde otros sectores se hacen otras cosas y que de pronto sean más eficaces que las banderas que nos representan, queramos o no queramos. Pero no hay que olvidar, por desacuerdos o divergencias, que somos luchadores, ya desde diferentes bandos y con diferentes objetivos, cuando la cosa es más grande que eso. Pues creo que entre más sectores exijan mejores condiciones para todos, sea ello bienvenido, se alcanzarán mayores y mejores cosas.
No es sólo mi primer paro indefinido, o el decimonose qué de cada uno de ustedes, pues eso me llena de más fuerza porque sé que soy heredero de la lucha, la resistencia y la búsqueda pacífica de mejores condiciones de vida, no sólo para los maestros, no solo para los servidores públicos, sino que aprendo de ustedes que con el primer paso ya casi se da el segundo. Entonces y para no extenderme más, pensemos hoy los datos como falencias del Estado, directa culpabilidad de la taras para poder ser maestros y maestras. Y reclamemos mejores condiciones para que el próximo día e podamos tener otros resultados. Sin hablar de paros y agradecidos por las condiciones laborales y salariales obtenidas, ya por lucha o ya porque es así como debe ser. Que no se nos pase la vida pensando en lo que hubiéramos podido hacer… porque eso es lo que quiere el Estado con el maestro. Y en últimas señalarnos culpables de la realidad social, política y económica de nuestro país. Por ello se justifica nuestra desaparición. Pero está en nuestras manos, en nuestras aulas, mostrar que el amor verdaderamente hace milagros, en este caso salvar la escuela pública.
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