viernes, 18 de noviembre de 2016

COMENTARIO ACERCA DEL SABER PEDAGÓGICO

COMENTARIO ACERCA DEL SABER PEDAGÓGICO

Hacia una libertad pedagógica

En este comentario se quiere hacer un recorrido sobre la experiencia vivida durante las sesiones desarrolladas, entorno al pensarse como maestro desde el hacer mismo de la práctica pedagógica, encaminada a la transformación real de la sociedad y la cultura para alcanzar así la libertad que por naturaleza poseemos.

En éste tiempo transcurrido podemos encontrar soluciones y problemas a nuestra labor como maestros. Los conceptos y sus definiciones son fundamentales a la hora de hacer la labor del maestro, pero que, a la vez se desintegran en esa misma labor;  generando así nuevas formas de reflexionar, de reconceptualizar el hacer y así el saber pedagógico.

Las sesiones me han generado la idea de pensar en una libertad pedagógica que permita soñar a los maestros y así ilusionar a los dicentes. Que esta libertad pedagógica tenga una potencia política para transformar las realidades y ética para trasformar las acciones. Que ayuden a superar ese régimen de verdad impuesto por una red discusiva de poder. Ésta libertad pedagógica también puede (debe) ser entendida como terquedad pedagógica en tanto que el maestro se modifique a sí mismo, ya no en un expositor de su saber o de su conocer sino que sea el orientador de la construcción o composición de los saberes en los aprendices.

Al monstruo desde adentro. Debemos ser como una especie de virus o parásitos para enfermar el establecimiento, las instituciones. O mejor dicho, debemos “sanar” la sociedad. Así los maestros debemos usar el discurso, construir una nueva red y construir las verdades desde diferentes formas de crearla, poesía, cuento, dibujo, música, escultura, pintura. Los docentes debemos crear una pedagogía de la conciencia o una conciencia pedagógica que supere su lugar subalterno y se entrone como “alternidad” de ser lo alterno, lo diferente, lo que va más allá del monismo metodológico y hace uso de la proliferación y de la multiplicidad de formas de hacer y ser, ya no solo un ser educado sino un ciudadano que es indispensable para la construcción de su propia sociedad y futuro, constructor de su historia en la historia.

Debo decir que las sesiones me han generado una gran inestabilidad, tanto en un sentido académico de saberme aún con vacíos filosóficos del siglo XX que me llevan a un reto de emprender una auto formación para así encontrar el equilibrio académico adecuado para que ese hacer lo pueda entender mejor y por tanto ver así mejor su viabilidad del hacer cotidiano. Igualmente me ha llevado a cuestionarme si en verdad mi hacer como maestro está enmarcado bajo preceptos teóricos y si existía un método para llevar a cabo mi hacer. Sí me di cuenta que debía reformular muchas de mis acciones para poder aproximarme a la consecución de ciertos objetivos, como el desarrollo del pensamiento crítico desde la poesía.

Igualmente me he podido dar cuenta de que estoy en el lugar correcto en el sentido de que al ser maestro puedo ejercer una influencia sobre mis dicentes y así formar, dar forma. La revolución es desde las aulas, con argumentos y con propuestas para la transformación de las falencias evidenciadas en la crítica. Somos nosotros los maestros los llamados no a dar de la sabiduría que se posea sino a brindar sueños a quienes siempre se les ha prohibido soñar. La esperanza, la ilusión y la imaginación son indispensables para la búsqueda de los sueños individuales, personas que sueñan ser mejores siempre y que se empeñan en hacerlo. Nosotros los maestros somos los encargados de dar esperanza, de fomentar la ilusión y fortalecer la imaginación para que así se puedan hacer realidad los grandes sueños de cada persona de la sociedad y que así en plana armonía de sueños que se complementan los unos a los otros alcanzar la armonía social y cultural.

La libertad pedagógica está así entendida como la posibilidad de hacer sin condicionamientos, currículos, métodos, fines, “régimen de verdad”. Lo que no se puede perder es la esencia de búsqueda que tiene el ser humano, de sí, de su ser, de su existir.


A modo de cierre podemos decir que el saber pedagógico es el campo de batalla de los maestros,  que este saber no es solo saber, pues depende más del hacer. Es fundamental saber de historia para poder guiar una sesión de historia, pero es más elemental hacer conocedores a las personas que son ellos quienes hacen la historia, nosotros la hacemos día a día y transformamos así el presente. Por ello la pedagogía debe ser libre y no subalterna debe ser pilar que conduzca las acciones de los maestros hacia fines tácticos para superar las estrategias estatales. Generar una conciencia del hacer del maestro para construir un saber autónomo. 

QUINCHE

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