Discurso
impersonal del discurso del poder
Este es un
discurso del discurso del poder. La vida en todo su sentido y significado debe
ser gobernada por mí. Diré, pues, qué es lo que es y lo que no es. Usaré método
y técnica. Seré objetivo y veraz.
Veras la realidad
con la cosmovisión de mi ser. A pesar de
tener dos ojos, con una sola visión, forma, orden, ley, obedecerás sin razonar.
Impongo así mi voluntad. Toda forma de vida caerá bajo el juicio de mi lenguaje,
e idioma según la edad de mi historia. Diré qué es la verdad y qué es la
falsedad. Nadie aprenderá nada fuera de lo que yo permita. Dividiré el mundo en
tantas clases me sea posible. Nadie hablará verdad por fuera de mi verdad, pues,
nada, por fuera de mi verdad, es verdad. Soy pues el camino, el único. El
camino a la verdad, la que varía cada vez que necesita variar, en un momento
con cruz, en otro con números, en otro con medios de comunicación y ahora o
después con ciber-discursos impositores.
O, que más me da, todos a la vez. Ya sea para salvar, alcanzar la verdad, crear
estereotipos, imponer clichés como formas de vida.
(imagen tomada de:
http://sistemapenalencolombia.bligoo.com.co/eficacia-simbolica#.WCSjvZR5Ols)
Leer y escribir
son simples medios para seguir invirtiendo la naturaleza. Todos a leer y a
escribir. Pero algunos leerán esto y
otros aquello algunos escribirán esto y otros aquellos. Las élites decidirán
sus cánones, los demás querrán ser parte del canon o formaron otro canon el
contra canon. Pero yo decidiré al fin el orden de la cultura real. La escuela
será mi centro de multiplicación y división. Multiplicaré mi sometimiento y
dividiré las clases, las culturas, los saberes y así los haceres. En la
antigüedad, en el medioevo, en el renacer, en la modernidad, en la
contemporaneidad, yo, de diversas formas. Algunas veces vestido de buscador de
sabiduría, en otros de santo, en otros de científico, en otros de positivista.
Haciendo intrascendente la existencia de los seres humanos. Manteniendo el sin
sentido de la existencia. La ausencia de la esencia. La falta de conciencia y
la inanición de la emancipación. Encadeno la libertad y la someto a la ciega
destrucción de mi ambición de dominación. Buena o mala, que más me da, mi
dominación. La vanguardia no es
vanguardia. Puede ser la cola del gusano que se sigue a sí mismo en círculos
pensando que progresa. Soy rival de la práctica táctica, deseo ser siempre la
práctica estrategia que mantenga mi ser.
Yo predigo como dios. Y maldigo el hacer sin teoría. Pues no genera
estadística. Bendigo la veracidad del dato y prohíbo la narración de la experiencia
que brinda sentido propio de sí en el mundo, prohíbo hacer cultura por fuera de
la cultura que yo determino bajo los tantos medios que poseo. La política, la
economía, la escuela: como pasión inútil. Prohíbo el lema de la Ilustración. E impongo
la edad de la oscuridad, del sometimiento, de repetir el discurso y evitar las
implicaciones y consecuencias de la emancipación, ya tan solo como ideal.
Callaré pues
ciertas palabras en ciertos oídos receptivos y revolucionarios podrían
generarme ciertas angustias.
De ninguna
manera afable: El discurso del poder.
QUINCHE
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